domingo, 11 de julio de 2010

EL MATRIMONIO HOMOSEXUAL Y LA PATERNIDAD RESPONSABLE EN EL “MUNDO OCCIDENTAL Y CRISTIANO”

ANTES de entrar de lleno a considerar este tema, nos detendremos para decir algo acerca del origen, finalidad y conformación del matrimonio, pues hoy, esta institución, está muy cuestionada.

Los lectores estarán pensando que este autor se quedó anclado en el pasado, o de mínima, se halla confundido al emplear categorías perimidas y dudar al escoger las palabras.

Bueno, no es que esté confundido, ni que dude; ocurre que no quiero ser demandado por violar los tan maltratados derechos humanos. ¿Por qué? Porque si hablo de maternidad, estoy excluyendo a los padres (¿varones?) y si digo paternidad, a las madres, ¿o no? O sea que estaría cometiendo un delito de “lesa humanidad” contra los “derechos de género”. “Allá lejos y hace tiempo”, con emplear la palabra paternidad, nadie dudaba, ni se sentía excluido, pues hacía referencia tanto a la madre cuanto al padre.

Antes, cuando la Real Academia Española de la Lengua, por medio de su otrora respetado Diccionario, normaba la grafía y los significados de las palabras, sin caer en relativismos perniciosos, se sabía perfectamente cómo se escribía cada palabra y qué significaba. Hoy ya no, pues todo es relativo. Por ejemplo, la palabra “matrimonio” la definía así: “Del lat. matrimonĭum). m. Unión de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales”. Así las cosas, sería probable que madre y padre ya no signifiquen lo que siempre significaron; que maternidad y paternidad tampoco; y que “responsable” sea otro vocablo vaciado de contenido, o sea, una antigüedad.

Las dubitaciones surgieron al observar el impulso que, en varias partes del mundo, está tomando el tema del “matrimonio” entre homosexuales, en un mismo plano jurídico con el heterosexual, y el “derecho” a la adopción. El gran disparador fue leer la siguiente noticia, al momento de ponerme a redactar este artículo: “Islandia: Primer ministra se casa con su novia”.

Efectivamente, el domingo 27 de junio de 2010 la primera ministra islandesa, Johanna Sigurdardottir, contrajo matrimonio con su compañera, Jonina Leosdottir, en el primer día de vigencia de la ley que legaliza las bodas entre personas del mismo sexo en el país nórdico. La legalización del matrimonio homosexual aprobada por unanimidad por el parlamento islandés el 12 de junio, prevé que las uniones civiles homosexuales se transformen en matrimonios con la simple presentación de una solicitud. Con la adopción de esta nueva ley, Islandia se convirtió en el noveno país en permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo, tras Holanda, España, Bélgica, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia y Portugal[1]. Sobre 198 países, representa tan sólo el 4,54%. Para el 95, 46% legislar sobre el matrimonio homosexual no figura en la agenda política.

Como considero que todavía estoy parado en el llamado “mundo occidental y cristiano”, y desde esa cosmovisión pienso y escribo, reparé en la identidad religiosa de esos nueve países, que paso a analizar sintéticamente.[2]

Reino de los Países Bajos (HOLANDA)

Los católicos constituyen el 34% y los protestantes el 25% de la población holandesa. El país también cuenta con una pequeña comunidad judía y musulmana, y alrededor del 36% de la población no tiene una afiliación religiosa. La población católica domina en la parte meridional del país. Hay diferentes confesiones protestantes, siendo la principal la Iglesia reformada holandesa. También hay presencia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Los Países Bajos no tienen una religión oficial, pero la Iglesia reformada ha tenido una relación muy estrecha con el Estado desde la fundación de la República de las Provincias Unidas a mediados del siglo XVII; todos los monarcas del país han sido miembros de la Iglesia reformada.

Reino de España

La población española es mayoritariamente católica. El país se divide en 14 provincias eclesiásticas (sedes metropolitanas), que comprenden 69 diócesis territoriales y un arzobispado castrense. Con anterioridad a la restauración democrática, el catolicismo era la religión oficial del Estado, pero la Constitución de 1978 estableció la aconfesionalidad del mismo y la libertad religiosa. Hay pequeñas comunidades de protestantes, judíos, musulmanes y la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Reino de Bélgica

Alrededor del 90% de la población belga es católica, pero este porcentaje y la asistencia al culto está en declive. La libertad religiosa está garantizada y una parte del salario de los eclesiásticos de cualquier religión la aporta el gobierno. Otras confesiones son el protestantismo, el judaísmo y la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

Canadá

La mayor comunidad religiosa de Canadá es la católica. De los grupos protestantes de Canadá, el más grande es el de la Iglesia Unida de Canadá, seguido de la Iglesia anglicana de Canadá. También hay presencia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.

República de Sudáfrica

La mayoría de población negra que se declara religiosa (45%) pertenece a las llamadas Iglesias independientes, que combinan elementos del cristianismo y de las religiones tradicionales africanas. Alrededor de un 30% de la población es cristiana protestante. La mayor parte de los afrikáners pertenecen a la Iglesia Reformada Holandesa (de raíz calvinista), y casi la totalidad de los sudafricanos blancos que hablan inglés como lengua materna son anglicanos, metodistas, católicos o pertenecen a la Iglesia congregacionalista. También hay presencia de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. En cuanto a la población asiática, la mayoría profesa el hinduismo o la religión musulmana; la población de origen judío asciende a 120.000 personas.

Reino de Noruega

Alrededor del 86% de la población pertenece a la Iglesia evangélica luterana de Noruega, aunque muchos no son miembros practicantes. El Estado apoya a la Iglesia y el rey nombra a los clérigos. Sin embargo, está garantizada la libertad religiosa completa y existen grupos protestantes y católicos que representan al 4% de la población.

Reino de Suecia

El luteranismo es la religión del 94% de los suecos. La Iglesia evangélica luterana es la confesión estatal de Suecia. Los niños adquieren la pertenencia a la Iglesia al nacer, pero no se requiere la participación activa. Desde 1952, se permite la renuncia a la Iglesia sin más obligación religiosa. Suecia está dividida en trece diócesis luteranas; cada una dirigida por un obispo. Otras confesiones protestantes en Suecia son la bautista, la metodista, la Iglesia Mission Covenant de Suecia, el Movimiento Pentecostal y el Ejército de Salvación. Hay pequeños grupos de católicos, musulmanes y judíos.

República Portuguesa

Aproximadamente el 94% de los portugueses son católicos. La Constitución garantiza la libertad de culto, existen algunas iglesias protestantes y la Iglesia Adventista del Séptimo Día.. El idioma oficial del país es el portugués.

República de Islandia

La iglesia estatal de Islandia es la luterana, a la cual pertenecen más del 93% de los islandeses. Sin embargo, existe completa libertad religiosa. Los luteranos libres y otros credos protestantes y católicos forman una pequeña minoría.

Cristianismo y matrimonio homosexual

Del análisis de esta información surge que la mayoría de la población, incluyendo la perteneciente a la República de Sudáfrica, pareciera adherir a alguna de las diversas confesiones cristianas. Siendo así, hay dos presupuestos que todas las confesiones cristianas aceptan. Primero: se denominan así porque reconocen su pertenencia al fundador del cristianismo: JESUCRISTO. Segundo: Remiten, como primer documento de fe y norma a la SANTA BIBLIA, que es y contiene la voluntad de Dios. Por lo tanto, pareciera lógico consultar qué dice LA BIBLIA acerca del matrimonio.

La primera información que obtenemos del libro inicial, Génesis, es que el MATRIMONIO consiste en la unión de un hombre con una mujer -como dice el diccionario- y fue establecido por Dios mismo en los albores de la humanidad. La diferenciación de género quedó explícita con las siguientes expresiones: “Dios […] hizo una mujer y la trajo al hombre. Dijo entonces Adán (el hombre): Esto es ahora hueso de mis huesos y carne: ésta de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada”. Los siguientes textos agregan: “Por lo tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”. [3]

Esta concepción heterosexual del matrimonio se mantuvo así en todo el Antiguo Testamento, la primera parte de la Biblia, y se prolongó en el Nuevo Testamento que contiene la vida, el pensamiento y la obra del Señor Jesucristo, de los apóstoles y de la Iglesia Cristiana primitiva.

Jesucristo ratificó el origen y la conformación del matrimonio heterosexual en varias oportunidades, por ejemplo cuando hizo referencia al divorcio [4]. San Pablo va en la misma dirección [5]. El mismísimo San Pedro, al referirse a los deberes conyugales, se dirige al matrimonio heterosexual y no a ninguna otra conformación. [6]

Como expresáramos precedentemente, esta línea de pensamiento se mantiene inalterable desde el primer libro de la Biblia, el Génesis, hasta el último, Apocalipsis o Revelación, escrito por el apóstol San Juan casi a fines del S. I de Cristo.[7]

Por lo tanto, cualquiera otra unión que no sea entre un hombre y una mujer, es ajena al pensamiento cristiano bíblico, y no constituye un matrimonio.

Tengamos en cuenta que la homosexualidad existía y estaba ampliamente difundida y aceptada en el mundo grecorromano en donde surgió y se desarrolló el cristianismo. Sin embargo, no fue reconocida como unión matrimonial, ni por Jesucristo ni por sus apóstoles.

Por eso resulta muy extraño que países que se dicen cristianos figuren como “adalides” de la unión homosexual, con exigencia de que sea homologado al matrimonio heterosexual.

Lamentablemente, el ser humano comenzó a transitar un camino trasgresor hace varios milenios y, a pesar de los infortunios que esa actitud le viene trayendo, con el pasar del tiempo se ha acentuado esa tendencia con acciones cada vez más desafiantes, defendidas y promocionadas en las universidades, también por muchísimos “intelectuales”, gente de las artes, del espectáculo, del deporte; por funcionarios públicos, legisladores, jueces, ampliamente difundidas por los medios de comunicación de masas. Lo más triste aún, es que muchos representantes de estos sectores, declaran su pertenencia a alguna iglesia cristiana o, por lo menos, dicen creer en Dios e incluso se autoproclaman cristianos. Sin embargo, con sus declaraciones y toma de posición, demuestran desconocer el pensamiento de Cristo al respecto, o si lo conocen, lo ocultan y, lo que es peor, lo contradicen. El estudio, la preparación, el desempeño de actividades laborales de incidencia sobre la comunidad, comporta una elevada cuota de responsabilidad. Si personas o grupos de esos niveles de responsabilidad social son tan contumaces en despreciar valores, a los cuales dicen adherir, tan importantes para la construcción de una sociedad sana, ¿qué podemos esperar de los estratos sociales menos favorecidos? Entonces, ¡no nos sorprendamos de que la sociedad toda se encuentre en un creciente grado de descomposición!

La familia: sociedad primera y necesaria

La familia es la sociedad primera porque existió antes que cualquier otra, incluso que el mismo Estado. Su importancia radica en que es la célula de la sociedad civil. Así como la célula en biología constituye los organismos, la multiplicación de la familia llega a formar la sociedad civil.

Es tan importante que La Declaración Universal de los Derechos Humanos la consagra y dispone su protección en el artículo 16 y el párrafo 3 cuando expresa:

La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad, y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado

Además, es una sociedad necesaria, para la supervivencia de la especie y para que el niño se desarrolle satisfactoriamente no sólo en lo biológico, sino también en lo psíquico, en lo social y en lo espiritual.

Pero la familia original y natural comienza con el matrimonio heterosexual, que tiene la capacidad de unirse sexualmente, en el marco del amor, para engendrar hijos y, sobre la base de esa pequeña comunidad del amor, cumplir con una función eminentemente social.

El desarrollo y perfeccionamiento de esa comunidad conyugal y familiar, le interesa a la sociedad, por eso la protege.


[1] Información levantada de Mundo Cristiano, Sunday, June 27, 2010.

Islandia república insular situada justo por debajo del círculo polar ártico, al norte del océano Atlántico, tiene una superficie de 103.000 km², con una población de unos 300.000 habitantes, cuya capital, Reykjavík concentra 113.022 habitantes y tiene otras 20 ciudades independientes. Casi todos los islandeses están alfabetizados. La educación es gratuita hasta el grado universitario y obligatoria para todos los niños entre los 6 y los 16 años. Islandia tiene un amplio y desarrollado sistema de seguridad social y sanitario, de carácter estatal, que cubre al conjunto de la población; más del 40% de los gastos del gobierno central se destinan a la salud y el bienestar social. El sistema mantiene uno de los niveles sanitarios más desarrollados del mundo; tiene la tasa mundial más baja de mortalidad infantil y una de las tasas de esperanza de vida más elevadas (78,2 años para los hombres y 82,5 años para las mujeres, según estimaciones para 2006). [Información armada consultando: Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation].

[2] Esta la información la adapté de Microsoft ® Encarta ® 2006. © 1993-2005 Microsoft Corporation.

[3] V. Génesis cap. 1 versículos 22-25. Empleamos la versión Reina Valera, pues es la más difundida. De todas maneras las versiones fieles a los originales, no difieren conceptualmente entre ellas.

[4] V. Los Evangelios así lo afirman: San Mateo cap. 19, versículos 1 al 12; San Marcos 10:1-12 y San Lucas 16:18.

[5] Epístola a los cristianos de Corinto (Grecia), de Éfeso y Colosas (Asia Menor): 1 Corintios capítulo 7; Efesios 5: 21-33; Colosenses 3: 18-19. Lo mismo cuando S. Pablo aconseja a sus discípulos Tito: Tito 2:4 y 3:2; y Timoteo :Primera Timoteo 1:6.

[6] V. Primera epístola de Pedro, cap. 3: 1-7.

[7] Apocalipsis o Revelación, cap. 21:2.