domingo, 19 de julio de 2009

Necrología y valores

Pareciera extraño titular un artículo comenzando con un sustantivo que alude a la muerte.

Pero no lo es, pues, el gran Jorge Luis Borges (1899-1986), cuando lo interrogaron acerca de su opinión en relación con la muerte, respondió: “Es una costumbre que tienen los hombres”.

La muerte, paradójicamente, forma parte de la vida desde el momento en que el hombre optó por el paradigma de Génesis capítulo 3.

En junio próximo pasado, no sólo se cumplieron 23 años del fallecimiento del autor del Aleph, más precisamente el 14, sino que en los ocho días que corrieron entre el 17 y el 25 del mismo mes, dejaron de existir cuatro personas muy conocidas en el ámbito nacional y una en el internacional. Veamos: El 17 se produjeron los decesos del actor Oscar Ferreiro (63 años); del director de cine Alejandro Doria (72); del actor y conductor Fernando Peña (46); del abogado, politólogo, historiador y legislador nacional Dr. José Ignacio García Hamilton (65); y, finalmente, el 25 de junio dejó de existir Michael Jackson (50).

Ahora hace su aparición el segundo término o sustantivo que compone el título: Los valores. Al leer este título, el lector se sentirá tentado a pensar que este autor divaga. Por favor, antes de hacerlo, reflexionemos juntos.

Primero: ¿Qué debemos entender por valores? Son estudiados por una rama de la filosofía llamada axiología. Aunque los filósofos no se han puesto de acuerdo en definirlos, intentaremos alguna aproximación.

Para Emmanuel Kant (1724-1804) el valor tenía una connotación moral.

Después, y durante mucho tiempo, se negó que los valores fueran sinónimo de virtudes.

Hoy, visto los resultados de esa desconexión, se está volviendo a la concepción kantiana. El Dr. José Ángel Fuentes los ha definido como “blancos o propósitos sociales considerados deseables de alcanzar por una persona o sociedad”.[1]

El Dr. Jaime Barylko (1936-2002) los definía así: “Son señales en el camino en las que nos apoyamos para tomar decisiones. Ahí necesitamos una jerarquía que nos sostenga y nos oriente”.[2]

¿Qué señales nos marcó la prensa (oral, escrita, televisiva y digital) al comentar estas cinco desapariciones?

Acerca de los cuatro connacionales, Fernando Peña le sacó varios cuerpos a los otros tres compañeros de ruta, incluido, ¡por supuesto el intelectual García Hamilton, autor de numerosos libros, artículos y catedrático universitario! Con rarísimas excepciones, es el caso del diario La Nación, los medios le dedicaron más tiempo y centímetros a Peña que a los otros tres.

¿Y qué decir en relación con el quinto difunto de esa semana: Michael Jackson?

Bueno, hasta el momento de su deceso se vendieron, en todo el mundo, 750 millones de copias de su producción discográfica, que elevó a la humanidad a la cima de la ética. Recordemos que una de sus composiciones más celebradas fue “Morfina” (1997), una apología de esa droga.

Aunque ¿falleció? el 25 de junio, el funeral se realizó el 7 de julio en el pabellón Staples Center del estadio de Los Ángeles Lakers (California), con capacidad para 20.000 personas, porque se estimaba que llegarían “fans” de todo el mundo, para presenciar ese funeral que costó 100.000 dólares a la familia y 1.500.000 dólares, a Los Ángeles y al Estado de California, suma que salió de sus fundidas arcas, “sabiamente” administradas por el gobernador republicano, el hercúleo actor austríaco Arnold Schwarzenegger (1947-).

Un coro Gospel recibió el ataúd del “rey del pop”, construido en madera finísima, enchapado en oro y valuado en 25.000 dólares. Los organizadores repartieron, gratuitamente, once mil entradas. Las compradas valían 10.000 dólares cada una. Centenares de canales de televisión transmitieron el acto que fue seguido por más de un millón de personas, también por Internet.

Se dice que entre los asistentes vernáculos estuvo el ex vicepresidente de la nación y actual funcionario en el MERCOSUR, Prof. Carlos “Chacho” Álvarez, acompañado por su actual pareja, la actriz, y hoy periodista, Lía Soledad Silveyra y los hijos de ella. Pregunto: ¿Habrá pagado los 10.000 dólares “per cápita” que costaba la entrada o se las habrán obsequiado?

El Dr. Risieri Frondizi (1910-1983), filósofo y de exitosa gestión como rector de la UBA (1957-1962), expresó:

“No hay discusión o desacuerdo sobre la conducta de un persona, la elegancia de una mujer, la justicia de una sentencia o el agrado de una comida que no suponga la reapertura de la problemática sobre los valores. Las más complicadas cuestiones axiológicas se debaten a diario en la calle, en el parlamento, en el café y en las casas más humildes”. Y Barylko agrega: “Uno vive en valores, de valores y por valores. Aunque no se dé cuenta”.[3]

¿Qué nos enseñó el tratamiento que la prensa en general hizo de estas cinco notas necrológicas? Sabemos que los medios son evaluados por el famoso “rating” o nivel de popularidad que alcanzan sus producciones. Por lo tanto, los medios tratan de satisfacer el gusto de las mayorías - como los emperadores romanos que le daban al pueblo “pan y circo” porque por ellos bramaba el populacho. Puesto que el mundo entero vive bajo el imperio de la arimocracia (el gobierno de los números, de las cantidades), si una gran cantidad o la mayoría sigue un determinado programa de televisión o asiste a un espectáculo e incluso a un funeral, eso significa que la mayoría les da su aprobación y, por lo tanto, eso es bueno, porque en democracia las mayorías mandan. Sin embargo, ¿quién dijo que las mayorías siempre tienen razón? Recordemos que cuando Adolf Hitler (1889-1945) plebiscitó su “proyecto” y poderes en 1933, el 90% de los votantes lo hicieron por el sí, e incluso le confirieron el título de Führer (conductor). Lo que vino después, El Holocausto, la destrucción de medio Europa, etc., es conocido. ¿Esa mayoría tuvo razón?

Con acierto decía Barylko: “Los adultos son los verdaderos dueños del destino de los niños y los jóvenes, al ser ellos […] quienes deciden el destino de la educación en el país. Si apuestan a favor de la cultura, la violencia será cosa excepcional. Si apuestan a favor de la inmediatez y la frivolidad, promoverán el vacío, que conduce al caos”.[4]

¿Nos sorprendemos de que la humanidad ande como anda?

Recordemos que la casualidad no existe; cosechamos lo que sembramos. Ya lo dijo San Pablo: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” ( Carta a los Gálatas 6:7).-



[1] Atrévete a ser diferente. San Bernardo, Chile: Nuevas dimensiones en salud, 1993, p.93.

[2] En busca de los valores perdidos. Buenos Aires: Santillana, 1996, p.15.

[3] En busca de los valores perdidos, pp. 14-15.

[4] Educar en valores. Buenos Aires: Ameghino editora, 1999, p.40.